Intenciones: Contra el agujero negro de la arquitectura

Sallaberry + Gonzalez Moix Arquitectos

La arquitectura, como oficio y como arte, enfrenta un desafío constante: trascender el vacío que a menudo amenaza con reducirla a mera mercancía o a un ejercicio intelectual carente de esencia.
En este contexto, la sociedad entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix emerge como una respuesta contundente y profundamente enraizada en valores que trascienden las modas y las corrientes superficiales.
Carlos Sallaberry y Oscar González Moix han construido una relación profesional que se eleva sobre los cimientos de una amistad profunda y una visión compartida de la arquitectura como una responsabilidad que va más allá del diseño. Estos dos arquitectos entienden su labor no solo como la creación de espacios, sino como un compromiso hacia las personas, el medio ambiente y las culturas en las que operan.
En un mundo donde la arquitectura se ve amenazada por la comercialización y la banalización, ellos han apostado por una práctica que respeta y enaltece la esencia misma de la disciplina.

La Presencia de la Arquitectura: Disciplina y Maestría

Uno de los pilares fundamentales de la obra de Sallaberry y González Moix es su enfoque en la disciplina. Ambos arquitectos han demostrado una capacidad excepcional para leer y reinterpretar los programas arquitectónicos, trascendiendo las limitaciones impuestas por los metros cuadrados y las especificaciones técnicas. Para ellos, cada proyecto es una oportunidad para transformar las restricciones en posibilidades, donde la geometría y la luz juegan un papel central.

Carlos Sallaberry, con su vasta experiencia en proyectos de gran envergadura, desde terminales y estadios hasta edificios públicos e institucionales, ha perfeccionado el arte de la construcción. Su enfoque en la materialidad y en el proceso de edificación lo ha convertido en un "homo faber" de la arquitectura, un maestro que entiende la importancia de hacer tangibles las ideas, respetando las realidades técnicas y contextuales. Su obra refleja una relación íntima con la estructura y la superficie, donde cada elemento es cuidadosamente considerado para dar lugar a una arquitectura que no solo es funcional, sino que también posee una belleza inherente.

La rigurosidad de Sallaberry no es solo técnica, sino también filosófica. Él concibe la arquitectura como un acto de diálogo entre el objeto construido y su entorno. En cada proyecto, su destreza para manejar la complejidad técnica se funde con una visión que busca integrar cada edificación en su contexto de manera natural y respetuosa. Esta simbiosis entre la precisión técnica y la sensibilidad contextual es la que convierte su trabajo en una constante búsqueda de la perfección arquitectónica, una obra donde la estética no se sacrifica por la función, sino que ambas conviven en una armonía cuidadosamente orquestada.

Por otro lado, Oscar González Moix ha llevado su práctica a un nivel donde la arquitectura se convierte en una forma de arte poético. Su obra es un homenaje a la luz, al paisaje y a las culturas precolombinas que tanto han influido en su visión. González Moix ha desarrollado una arquitectura que dialoga con su entorno de manera sensible y respetuosa, integrando elementos naturales y culturales para crear espacios que resuenan con una profunda humanidad. Su habilidad para trabajar con materiales y texturas, y su manejo de la luz natural, le permiten crear atmósferas que no solo sirven a sus usuarios, sino que también enriquecen el paisaje urbano y natural en el que se insertan.

González Moix no se conforma con soluciones superficiales. Su obra se caracteriza por una búsqueda constante de la verdad en la arquitectura, entendida como la autenticidad de los materiales y la honestidad en el uso de los espacios. Este enfoque le ha permitido desarrollar una práctica que no solo responde a las necesidades funcionales de cada proyecto, sino que también añade una capa de significado que conecta con las raíces culturales de los lugares en los que trabaja. En cada una de sus obras, se puede percibir un equilibrio entre la modernidad y la tradición, un diálogo silencioso pero profundo entre el pasado y el presente.

Leer el contexto

La capacidad de interpretar el contexto es otra de las virtudes que comparten Sallaberry y González Moix. Para ellos, un proyecto arquitectónico no puede ser concebido sin una profunda consideración de su entorno. Esto implica no solo una comprensión de la topografía, el clima y la ciudad, sino también una apreciación de los valores culturales e históricos del lugar.

En sus proyectos, la elección de materiales no es una decisión tomada a la ligera. Cada material es seleccionado con el propósito de integrarse armoniosamente en el entorno, creando una arquitectura que es tanto pertinente como duradera. Este enfoque no solo garantiza que sus edificios sean sostenibles, sino que también asegura que se conviertan en parte integral de la memoria colectiva de las comunidades a las que sirven.

Carlos Sallaberry, aborda cada nuevo proyecto como un reto para comprender y responder a la identidad del lugar. Este enfoque meticuloso no solo dota a sus edificios de una longevidad estructural, sino que también les confiere una belleza atemporal, convirtiendo cada obra en un nuevo referente para la arquitectura del lugar.

Oscar González Moix, por su parte, destaca por su capacidad para reinterpretar la cultura y la historia local a través de la arquitectura. En sus proyectos, la arquitectura no es un mero ejercicio estético, sino una forma de narrar la historia de un lugar. A través de la cuidadosa selección de materiales, la integración de elementos naturales y la consideración del clima y la luz, González Moix crea espacios que dialogan con su entorno de manera armónica. Sus obras no solo responden a las necesidades prácticas, sino que también actúan como puentes entre el pasado y el futuro, conectando a las personas con sus raíces culturales.

La Sociedad entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix

Antes de formar su sociedad, Carlos Sallaberry y Oscar González Moix ya habían desarrollado trayectorias profesionales destacadas y reconocidas en sus respectivos países. Carlos, como socio fundador de la firma argentina MSGSSS, jugó un papel crucial en establecer la reputación de la firma como una de las más importantes de Latinoamérica. Su enfoque en la construcción, en la dimensión física de los edificios, lo ha llevado a perfeccionar una práctica que trasciende los dibujos y planos para convertirse en una realidad tangible que responde a las necesidades de sus usuarios y promotores.

Por su parte, Oscar González Moix ha trabajado intensamente en Perú, desarrollando proyectos que reflejan su profundo respeto por la arquitectura precolombina y su habilidad para integrar la modernidad con el paisaje latinoamericano. Su obra es un testimonio de cómo la arquitectura puede ser tanto un reflejo de la cultura como una herramienta para su reinterpretación y revitalización.

Cuando Carlos y Oscar decidieron unir fuerzas, no lo hicieron por conveniencia comercial, sino porque reconocieron en el otro una visión y unos valores compartidos que podían enriquecer su práctica arquitectónica. Su sociedad es una colaboración donde cada uno aporta su experiencia y su perspectiva única, pero siempre con el objetivo común de crear una arquitectura que sea significativa y responsable.

Una Arquitectura con Sentido: El Oficio y el Arte

La relación entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix se basa en una comprensión profunda de que la arquitectura no es solo un oficio ni solo un arte, sino una combinación de ambos. Para ellos, el arquitecto es tanto un artesano como un creador, alguien que debe dominar la técnica tanto como la estética para producir obras que sean funcionales, hermosas y duraderas.

Esta visión se refleja en todos los aspectos de su trabajo, desde la planificación inicial hasta la construcción final. Cada decisión que toman está guiada por un respeto profundo por el lugar, por las personas que habitarán sus espacios, y por la historia y la cultura que esos espacios representan. Para Carlos y Oscar, la arquitectura es una forma de vida, una práctica que requiere un compromiso total con la calidad y la sostenibilidad, y un rechazo a la superficialidad y a las soluciones fáciles.

Abordan cada proyecto con una meticulosidad que recuerda a los maestros de la arquitectura moderna. Su atención al detalle y su dedicación para garantizar que cada elemento de un edificio funcione en perfecta armonía con los demás es lo que distingue esta renovada visión. No contentos con cumplir las expectativas de sus clientes; su objetivo es superarlas, creando edificios que no solo cumplen con su propósito, sino que también enriquecen el entorno en el que se encuentran. Esta búsqueda de la excelencia es evidente en cada uno de los proyectos que hoy vienen desarrollando tanto en la argentina como en Uruguay, donde la calidad de la construcción y la funcionalidad se combinan para crear espacios que perduran en el tiempo.

Hay un enfoque cultivado que hoy se cosecha en el trabajo conjunto que desde una perspectiva que valora la espiritualidad de los espacios, la arquitectura ya no es solo cuestión de resolver problemas funcionales, sino también la responsabilidad y el reto de crear lugares que conecten a las personas con algo más grande que ellos mismos. Esto se refleja en la habilidad que tienen para manipular la luz y los materiales de manera que los espacios que crea no solo sean bellos, sino que también posean una cualidad casi mística. Su obra invita a la contemplación y a la reflexión, creando un refugio para el espíritu cualquiera que se la dimensión o la tipología de los edificios en los que trabajan.

Un Compromiso Global

En la era contemporánea, la sostenibilidad es un imperativo que ningún arquitecto puede ignorar. Carlos y Oscar son plenamente conscientes de este hecho y han hecho de ello un pilar fundamental de su práctica, reivindicando a la arquitectura como una disciplina que asume permanentemente los retos que la realidad le impone. Para ellos, esta atención para con el medio no es solo una cuestión de cumplir con regulaciones o de reducir la huella de carbono; es una responsabilidad ética hacia las generaciones futuras.

Han adoptado un enfoque que integra tecnologías avanzadas y soluciones innovadoras para minimizar el impacto ambiental de sus proyectos. Desde la utilización de materiales reciclados hasta la implementación de sistemas de energía renovable, Carlos se asegura de que cada edificio que diseñan sea un ejemplo de cómo la arquitectura puede ser parte de la solución a los desafíos ambientales globales. El compromiso con la sostenibilidad se refleja no solo en la elección de materiales y tecnologías, sino también en su enfoque en la eficiencia energética y en la reducción del desperdicio durante el proceso de construcción.

Este equipo ha desarrollado un enfoque que combina la sostenibilidad con la sensibilidad cultural. En sus proyectos, la sostenibilidad no es solo una cuestión técnica, sino también una forma de respetar y preservar las culturas locales. Al integrar elementos arquitectónicos tradicionales con tecnologías modernas, Oscar se preocupa y ocupa de crear espacios que no solo son sostenibles desde un punto de vista ambiental, sino que también celebren y revitalizan las tradiciones arquitectónicas de las comunidades en las que trabaja.

Carlos Sallaberry y Oscar González Moix están demostrando que es posible practicar una arquitectura que no solo es sostenible, sino que también es profundamente humana. En un mundo donde los desafíos ambientales y sociales son cada vez más urgentes, su trabajo es un faro de esperanza, una demostración de que la arquitectura puede y debe ser parte de la solución.

Este equipo de arquitectos hermanados por su amor hacía la arquitectura, están construyendo una obra que trasciende el oficio convencional, elevando su práctica a un nivel donde la maestría técnica, la sensibilidad artística y el compromiso ético se entrelazan para crear una arquitectura que es tanto una obra de arte como un servicio a la humanidad. Su sociedad es un ejemplo de cómo dos visiones complementarias pueden unirse para crear algo verdaderamente extraordinario, algo que no solo resiste el paso del tiempo, sino que también enriquece las vidas de quienes tienen la fortuna de habitar sus espacios.

En un mundo donde la arquitectura a menudo se ve reducida a un mero producto comercial o a un ejercicio de vanidad, la sociedad entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix se presenta como una apuesta contra este "hoyo negro". Ellos han demostrado que es posible crear una arquitectura que sea tanto relevante como responsable, una arquitectura que sirva a las personas y al planeta con integridad y poesía.

Su obra es un testimonio de que la arquitectura puede, y debe, ser algo más que una respuesta a las necesidades inmediatas. Es una disciplina que tiene el poder de transformar vidas, de enriquecer culturas y de dejar un legado que trascienda el tiempo. Y es precisamente esta visión la que hace que la colaboración entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix sea tan significativa y tan necesaria en el panorama arquitectónico contemporáneo.

Arq. César Aguirre Zamalloa
Director Universidad Andina del Cusco- Peru

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